Fin del mundo el 23 de diciembre de 2012. Algunos catastrofistas, incluso aprovecharon la confusión inicial sobre el acercamiento del asteroide 2004 MN4 ese mismo año para “atar cabos”.
Toda la parafernalia asociada al fin del mundo según el calendario maya, no es más que la fiebre típica de otro efecto Y2K, solo que al estilo mesoamericano.
Los mayas desarrollaron un sofisticado sistema matemático en base 20, e incluso entendían el concepto del cero. Muy interesados en los ciclos de la naturaleza y los del universo, fueron grandes astrónomos y su forma de medir el tiempo no estaba relacionada ni con los ciclos lunares ni con los estacionales; de hecho solo se sincronizaba aproximadamente con el año solar. Aparentemente eran conscientes de la discrepancia existente, pero al contrario que las civilizaciones mediterráneas, no trataron de corregirla.
Tras la invasión española en el siglo XVI dejó de emplearse, y no fue hasta la década de 1990 que los arqueólogos lograron reconstruirlo, a pesar de ciertas divergencias entre los expertos. En estos momentos se cree que existían tres calendarios mayas: el Tzolkin para uso religioso (dividido en 20 períodos de 13 días), el Haab para uso civil (dividido en 18 períodos de 20 días cada uno más 5 días extras al final para la oración, lo cual daba un total de 365 días) y finalmente el conocido como “Cuenta Larga” (o “Serie Inicial”) que simplemente contaba los días desde una fecha de inicio. No existe acuerdo sobre cual fue la fecha elegida para iniciar este último calendario, la mayoría de los expertos cree que se trata de 13 de agosto del 3114 antes de Cristo, pero existen fuertes discrepancias al respecto.
Sea cual sea la fecha ¿por qué esa y no otra? Nadie lo sabe. Lo único que parece claro es que hace referencia a un tiempo anterior al menos en 1.200 años a las primeras evidencias de la civilización Maya, y 3.000 años anterior al desarrollo del sistema de calendarios. Se cree que el formato que empleaban para contar los días (que se dividía en 5 partes) no era flexible, sino que estaba limitado a 1.872 millones de días, de modo que teniendo en cuenta la fecha de inicio, este calendario alcanzaría su valor máximo en torno al 23 de diciembre del 2012.
Ahí es donde empiezan las predicciones agoreras. Lo que parece olvidar la gente es que los mayas veían al universo adscrito a ciclos diurnos, lunares, estacionales y solares. Por lo que tiene sentido pensar que el calendario “Cuenta Larga”, al igual que muchos otros (como el chino), fuese así mismo cíclico. Un ciclo ciertamente largo, pero un ciclo al fin y al cabo. No existen razones para pensar que los mayas creyesen que el final de este calendario supusiese el fin del tiempo (al igual que a nadie se le ocurriría pensar que su fecha de inicio marque el nacimiento del mundo). Así pues, pensad en él como un cuentakilómetros gigante en el que una gran cadena de nueves pasará a convertirse en ceros.
via Maikelnai
Toda la parafernalia asociada al fin del mundo según el calendario maya, no es más que la fiebre típica de otro efecto Y2K, solo que al estilo mesoamericano.
Los mayas desarrollaron un sofisticado sistema matemático en base 20, e incluso entendían el concepto del cero. Muy interesados en los ciclos de la naturaleza y los del universo, fueron grandes astrónomos y su forma de medir el tiempo no estaba relacionada ni con los ciclos lunares ni con los estacionales; de hecho solo se sincronizaba aproximadamente con el año solar. Aparentemente eran conscientes de la discrepancia existente, pero al contrario que las civilizaciones mediterráneas, no trataron de corregirla.
Tras la invasión española en el siglo XVI dejó de emplearse, y no fue hasta la década de 1990 que los arqueólogos lograron reconstruirlo, a pesar de ciertas divergencias entre los expertos. En estos momentos se cree que existían tres calendarios mayas: el Tzolkin para uso religioso (dividido en 20 períodos de 13 días), el Haab para uso civil (dividido en 18 períodos de 20 días cada uno más 5 días extras al final para la oración, lo cual daba un total de 365 días) y finalmente el conocido como “Cuenta Larga” (o “Serie Inicial”) que simplemente contaba los días desde una fecha de inicio. No existe acuerdo sobre cual fue la fecha elegida para iniciar este último calendario, la mayoría de los expertos cree que se trata de 13 de agosto del 3114 antes de Cristo, pero existen fuertes discrepancias al respecto.
Sea cual sea la fecha ¿por qué esa y no otra? Nadie lo sabe. Lo único que parece claro es que hace referencia a un tiempo anterior al menos en 1.200 años a las primeras evidencias de la civilización Maya, y 3.000 años anterior al desarrollo del sistema de calendarios. Se cree que el formato que empleaban para contar los días (que se dividía en 5 partes) no era flexible, sino que estaba limitado a 1.872 millones de días, de modo que teniendo en cuenta la fecha de inicio, este calendario alcanzaría su valor máximo en torno al 23 de diciembre del 2012.
Ahí es donde empiezan las predicciones agoreras. Lo que parece olvidar la gente es que los mayas veían al universo adscrito a ciclos diurnos, lunares, estacionales y solares. Por lo que tiene sentido pensar que el calendario “Cuenta Larga”, al igual que muchos otros (como el chino), fuese así mismo cíclico. Un ciclo ciertamente largo, pero un ciclo al fin y al cabo. No existen razones para pensar que los mayas creyesen que el final de este calendario supusiese el fin del tiempo (al igual que a nadie se le ocurriría pensar que su fecha de inicio marque el nacimiento del mundo). Así pues, pensad en él como un cuentakilómetros gigante en el que una gran cadena de nueves pasará a convertirse en ceros.
via Maikelnai
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